sábado, 12 de noviembre de 2022

LA NUEVA ECOLOGÍA DEL APRENDIZAJE por Daniela Estefania Vedia

 El Currículo Escolar en el Marco de la Nueva Ecología del Aprendizaje

En el artículo anterior hablamos del término de las “nuevas ecologías del aprendizaje”, el cual, en esencia, hace referencia al reconocimiento de que las personas aprendemos en diversos contextos educativos (no sólo en el sistema de educación formal) y en el transcurso de toda nuestra vida. En este sentido, es de suma relevancia darse cuenta que los cambios socioculturales, políticos, y económicos, interrelacionados con la era de la tecnología de la información, y la comunicación, influyen en distintos escenarios y actividades de las personas. Esta situación, por un lado, ofrece nuevas modalidades (recursos y oportunidades) de aprendizaje, y por otro lado, afecta a todos los parámetros de éste, tales como el cuándo, dónde, cómo, de y con quién, cómo, y para qué aprendemos (Coll, 2013).

El modelo educativo emergente, de la nueva ecología del aprendizaje, está en constante contraposición con el modelo educativo tradicional, es decir, con la ecología del aprendizaje que sustenta a todos los sistemas educativos formales (colegios, institutos, universidades) actuales. Así, entre estas dos ecologías, nos encontramos con varios versus, a saber:

Como se visualiza, en el modelo educativo emergente la acción educativa se presenta como distribuida, e interconectada, entre diversos escenarios y agentes educativos (familia, compañeros, amigos, personas significativas que se conozcan en el transcurso de la vida, etcétera). Reconocer esto es imprescindible, porque supone entender la importancia de nuestras trayectorias de aprendizaje, de donde emerge la “personalización del aprendizaje” (Coll, 2013, p.33). En otras palabras, en todos los contextos (actividades, relaciones e interacciones interpersonales, etcétera) en los que participamos, y por los que transitamos a lo largo de nuestra vida, van construyendo nuestra personalización del aprendizaje, que es el conjunto de aspiraciones, intereses, y motivaciones que tiene cada persona al aprender.

Ésto lleva a una problemática relevante para el modelo de educación tradicional, sobre todo para las instituciones escolares de educación primaria y secundaria, puesto que explicaría el hecho de por qué es cada vez más habitual encontrar que los estudiantes manifiestan que lo que aprenden en la escuela no les interesa o no les hace sentido. A este fenómeno, Coll (2013) le llama “desdibujamiento del sentido del aprendizaje escolar”, y en palabras simples, revela la desconexión que existe entre las prácticas educativas que los estudiantes realizan fuera de la escuela (las cuales responden a sus intereses y motivaciones) y dentro de ella (las cuales no se tienden a valorar como experiencias de aprendizaje reales, porque no satisfacen sus necesidades). En este sentido, esta desconexión tiene profundas consecuencias negativas en lo que se supone que es el objetivo principal de la educación: el desarrollo y la inserción de las personas en la sociedad; puesto que los estudiantes, al no conectar sus gustos, intereses y motivaciones con las temáticas pasadas en los colegios, difícilmente pueden proyectarlas para su futuro. Dentro de este plano, las consecuencias más evidentes son: la indiferencia y/o desmotivación por aprender y para participar en las actividades escolares, lo que conlleva a reiteradas inasistencias, bajo rendimiento, y hasta al fracaso y/o deserción escolar.

Bajo dicho hilo argumental, nace el desafío de ¿hacia dónde debería apuntar la educación del siglo XXI? Coll (2013) dice que la respuesta es que se debería reformular el sistema educacional formal en todas sus aristas (partiendo por el modelo de escolarización) para que se aprovechen los nuevos contextos en donde se distribuyen, e interrelacionan, las trayectorias personales de aprendizaje. En este sentido, en la nueva ecología del aprendizaje, el objetivo no es formar buenos estudiantes que obtengan buenos resultados en pruebas de contenido, sino que es formar aprendices competentes, es decir, personas que cuando se enfrenten a la actualidad del mundo globalizado, sumido en la tecnología, cuenten con las herramientas para continuar aprendiendo, y también para construir y generar nuevos conocimientos en el mundo laboral, como en cualquier contexto de la vida.

Por lo tanto el rol del educador en la nueva ecología del aprendizaje es crear ecologías de aprendizaje en las cuales pueden interactuar los estudiantes, producir y reproducir el conocimiento. Estas prácticas de aprendizaje ponen en juego capacidades que traspasan luego las barreras de la escuela y permiten que estas experiencias se extiendan a la vida real donde van a ponerse en juego a lo largo de toda la vida las competencias adquiridas.

Hemos desarrollado bastante sobre la nueva ecología del aprendizaje, es por ello que a modo de cierre, realizaremos la siguiente actividad para finalizar con lo aprendido.


Bibliografía:

• Coll, C. (2013). El currículo escolar en el marco de la nueva ecología del aprendizaje. Aula de Innovación Educativa, 2013, num. 219, p. 31-36.
• Coll, C. (2015). La personalización del aprendizaje escolar. El qué, el por qué y el cómo de un reto insoslayable. Reptes de l’educació a Catalunya. Anuari d’Educació, 43-104.

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